Shhh... (Chris)

(off: tienes que poner la hora que es y el clima inventado claro)

Fui a dar un paseo por la playa y quizá haría una tanda de ejercicio ya que estaba. Desde que caí en esa isla dedicaba unos 30 minutos de ejercicio cada día para poder ser aún más útil en el grupo.
Cuando me disponía a empezar a calentar ví a una chica con una chaqueta con capucha que caminaba por allí. Decidí atrasar el ejercicio para entablar conversación con ella. No sabía quien era ya que nunca había hablado con ella, pero supuse que sería del vuelo 815.
Me acerqué.
- ¿Haciendo una paseo matutino?

Observé como la chica se frotaba los ojos, podía ser por dos cosas: o tenía sueño o había llorado. Y había tenido toda la noche para dormir... mi mente analítica siempre lo estropeaba todo, por lo que la evadí.
Su parquedad de palabras no me cortó.
- Soy Christine, pero llamame Chris.- me presenté amablemente mientras intentaba mirarla por debajo de la capucha.

- Un placer.- sonreí agradable a la chica.
Era un día nublado, de esos que me gustaban cuando estaba en Nueva York, y esperaba que lloviese para contemplar las gotas cayendo en la ventana. Ahora, me daba igual el tiempo que hiciese, siempre que no fuese mucho calor... era lo único que no soportaba.
La chica se quitó la capucha y vi que tenía los ojos rojos, por lo que mi suposición era cierta.
Mucha gente había llorado por haber caido en la isla, y otra mucha por cosas que habían pasado en su estancia aquí. Yo sin embargo me mantenía impasible ante todo. Excepto quizá la "no-muerte" de Charlie, eso si me había afectado, pero el músico había regresado sano y salvo por lo que ya estaba feliz.
Miré a la chica con el ceño fruncido.
- Ey! ¿Por qué lloras? Esto no está tan mal... es un paraiso tropical con playa y palmeritas como los que salen en los anuncios, y encima gratis!.- intenté animarla pesimamente.

Sabía que lo que decía la chica era mentira, la típica escusa de se me ha metido algo en el ojo y se me ha pasado al otro ojo y me picaba tanto que me he dejado ambos tan rojos como dos tomates... ya claro. No insistí, si la chica lo negaba sería porque no quería hablar de ello.
- Pues debería ir a hablar con Jack, eso que se te ha metido parece que te ha dado alergia, te ha dejado los ojos rojos.- repuse algo irónica y luego procuré relajarme para no ser tan desagradable y antipática como solía ser.
Pensé en algo de lo que hablarle a Elise y no debía de recordarle el mundo exterior.
- Hace un día estupendo, ¿verdad?- el tiempo, típico tema recurrido cuando no se sabe de que hablar.

No podía creerme que no conociera ni siquiera a Jack, yo no había hablado con él, y sin embargo sabía su nombre por haber ayudado a curar a la gente.
- Jack es el médico...- expliqué con una sonrisa más leve que la anterior.
Si Elise no conocía a Jack era porque no debía de haber movido ni un solo dedo por ayudar y se había dedicado a encerrarse en su silencio y en su tristeza, dandose pena a sí misma. Todos habiamos perdido algo al llegar a esta isla, pero había que vivir el presente y hacer frente a los problemas y obstáculos.
Caminé junto con ella, esperando que la primera impresión que me había dado cambiase... para bien claro.
- No creo que el que se te encrespe el pelo sea el mayor problema en una isla.- dije lo más amablemente que pude e intentando esbozar una sonrisa.- Yo prefiero estos días porque si trabajo o hago algo me fatigo menos.- razoné.
Después dijo que había perdido su inhalador.
- Quizá esté entre las cosas que cogimos del avión, si no has mirado allí aún. Aunque no hay problema, Sun tendrá algún remedio con sus plantas.- seguramente tampoco conocería al matrimonio coreano.

Pensaba en todo lo que había pasado en la isla durante nuestra estancia y de que aquella chica no supiese el nombre de nadie exceptuando el suyo y el mio. Como decía, no se había preocupado lo más mínimo por lo que ocurría o por lo que pudiese pasarle a los demás, solo lo que le pasara a ella.
- Todos somos igual de importantes en el grupo, aunque unos son más útiles que otros, pero cada tenemos nuestra función.- oí lo del calculo matemático.- Bueno, aquí no hay muchas matemáticas que se diga, aunque hay otro chico que también se le dan bien.- me refería a Sayid, el iraquí, aunque seguro que tampoco le conocía de nada.
Dijo que no servía para nada... ¿que hacía la consolaba diciendola que sí que seguro que servía para algo, o le daba la razón? opté por algo intermedio.
- Sirves para lo que tu crees que sirves. Si piensas que no sirves para nada, pues no hagas nada.- me encogí de hombros.

No dije nada ante su primer comentario, había sonado en forma de broma, pero no me parecía una broma. No había hablado apenas con Sayid, solo en las misiones y demás cosas, pero no había entablado una "gran conversación" a pesar de que los ordenadores me gustaba mucho y quería aprender.
Alcé una ceja cuando la oí decir lo de Jack, ¿esa tia estaba loca o que?
- Vale, primero: has dicho que no servias para nada; si no sirves para nada, no pueder hacer nada, es logica pura. Y ahora te quejas porque dices que si no haces nada te van a tomar por inutil... Si no intentas hacer algo nunca vas a saber si lo puedes hacer.- me salió una parrafada en un momento.- y segundo: si no conoces a Jack es porque te has preocupado demasiado por tí misma y muy poco por los demás.- espeté.

Miré a la arena mientras la escuchaba y sonreí de lado por lo que dijo sobre sus padres. Conocía a alguien y bastante bien, por cierto. No pude callarme.
- Sí, conozco a alguien.- le dijo a su espalda.- Mis padres murieron cuando tenía 14 años.- tecnicamente era cierto, aunque habían sido asesinados, pero pasé ese detalle por alto, tendría que dar más explicaciones de las necesarias.- Y no por ello se acabó el mundo. Es más gracias a su muerte aprendí a ser más independiente.- continué.- ¿Crees que tus padres querrían que estuvieses en la isla lamentandote por su muerte y por no haber podido asistir a su funeral? Creo que no, creo que ellos preferirían que siguieses adelante y que les recordases con alegria.-finalicé y me di la vuelta.
Avancé hacia delante sin darle más importancia al asunto.

Negué para mí misma, tan solo tenía 17 años, ¿qué se podía esperar? Aun era bastante inmadura como para entender ciertas cosas. El cielo estaba negro del todo y fue cuando empezó a llover. Me sentía genial cuando caía el agua. Abrí los brazos y lavanté la cabeza dejandome mojar entera, sintiendo como el agua calaba la ropa rapidamente. Después de estar un rato así, me puse a hacer mi ejercicio de todos los días, calenté las piernas y me puse a correr mientras seguía lloviendo. Después de un buen rato corriendo volví cerca del campamento aún estando en la playa y me senté en la arena hasta que amainó; esas lluvias repentinas podían durar bastante pero no demasiado. Una vez hubo terminado fui a cambiarme de ropa y ha tender la mojada y después fui a ver que podía hacer por el campamento.